Resumen
Los resultados que se presentan a continuación forman parte del proyecto titulado “Estudio arqueológico del impacto de la pesca precolombina en la zona de
raudales del río Magdalena, durante el periodo Tardío (siglos xi al xii d. C.)”
Colciencias - Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá), desarrollado
por el grupo de investigación Arqueología y Ambiente del Instituto de Ciencias
Naturales. Este proyecto se propuso abordar la problemática arqueológica del
área de influencia de la zona de los raudales del río Magdalena, mediante el estudio de los restos de fauna y, particularmente, de peces migratorios, asociados
al análisis de las unidades de paisaje y los contextos culturales que proporcionan
el estudio de los materiales cerámicos y de las industrias líticas. Los resultados
obtenidos en el sitio de Bodegas 1 indican que fue ocupado por grupos humanos
del periodo Tardío en el siglo xi d. C. Los análisis arqueológicos y los estudios de
los suelos sugieren que establecieron algunas viviendas y pequeñas huertas sobre
el borde de una terraza aluvial media próxima al río, donde se localizan lugares
favorables para la pesca, en particular de especies que realizan migraciones intensas durante dos épocas anuales. Los cambios en las frecuencias y la disminución
en las tallas de algunas especies de peces podrían estar relacionados con el inicio
de periodos más secos que incidieron en su vulnerabilidad.
Palabras clave: arqueología, arqueozoología, río Magdalena, Colombia.
Introducción
L
os peces han constituido uno de los principales
recursos alimenticios de la humanidad, siendo la
pesca una actividad de subsistencia milenaria. Sin
embargo, la acción intensa del hombre sobre la naturaleza y los efectos de los cambios climáticos han
originado en varios lugares del planeta efectos negativos que han perjudicado notablemente esta actividad. Las condiciones actuales de la cuenca del río
Magdalena son un triste ejemplo de esta situación,
originada por el deterioro ambiental y la explotación excesiva del recurso pesquero.
Durante las últimas dos décadas, estudios arqueozoológicos han propuesto que la información derivada de los análisis de fauna arqueológica debe ser
tenida en cuenta para la solución de problemas urgentes de conservación en la actualidad. Una de las
grandes ventajas de la información arqueozoológica
es su amplio espectro temporal, que por lo general
puede abarcar siglos o milenios, lo cual le permite
aportar elementos de análisis imposibles de reconocer en los estudios biológicos o ecológicos actuales,
que cubren periodos relativamente cortos. Los datos arqueozoológicos pueden contribuir a resolver
problemas relacionados con el uso sustentable, la
conservación y la restauración de ecosistemas o de
poblaciones particulares que habitan o habitaron
en áreas específicas (Lyman 1996; Grayson 2001;
Frazier 2007; Wolverton y Lyman 2012). Es posible además reconocer los periodos en los cuales se
presentan fenómenos climáticos que ocasionan alteraciones en composición, frecuencia y diversidad
de las especies aprovechadas por los grupos humanos y que podrían ser interpretadas erróneamente
como sobreexplotación del recurso (Lyman 1996;
Sandweiss et- al. 2004).
El estudio de la explotación actual del recurso pesquero en la cuenca del río Magdalena es reciente
y comprende, principalmente, las cinco últimas
décadas. Hoy sabemos que esta cuenca fue considerada en el siglo pasado como la más productiva
del país en cuanto a explotación de este recurso. En
1970 llegó a registrar valores cercanos a las 80.000 toneladas, sin embargo, en la década de 1990 se
registran valores inferiores a las 10.000 toneladas.
Esta situación considerada catastrófica, tanto desde
el punto de vista biológico como económico y social, se debe a factores como el deterioro ambiental,
los fenómenos climáticos y la sobreexplotación del
recurso (Mojica 2002; Galvis y Mojica 2007).
Una de las principales áreas de pesca se localiza en
la zona de influencia de los raudales del río Magdalena, entre los municipios de Honda (Tolima) y
Puerto Bogotá (Cundinamarca). En este lugar se
reconoce anualmente con intensidad el fenómeno
migratorio de los peces del río Magdalena, conocido como “la subienda”, el cual tiene lugar durante
la principal estación seca del año, entre los meses de
diciembre y enero, y constituye la principal temporada de pesca. En esa época del año, varias especies de peces abandonan las ciénagas, toman el
curso principal del río y recorren grandes distancias en contra de la corriente, en búsqueda de las
aguas claras y oxigenadas de ríos y riachuelos tributarios. Cuando comienza la temporada lluviosa,
los peces inician su retorno hacia las zonas bajas;
el aumento del nivel de las aguas coincide con la
reproducción de varias especies, cuyos órganos se
han desarrollado y madurado durante la migración.
El ciclo termina con la llegada de miles de larvas y
huevos, acompañados de los adultos sobrevivientes
a las ciénagas y planicies inundadas, donde hallarán
abundante alimento y protección. A este retorno se
le conoce popularmente como “la bajanza” y suele
ocurrir entre los meses de marzo y junio. En Colombia se presenta una corta temporada seca durante el mes de agosto, lo cual origina migraciones a
menor escala entre los meses de junio y septiembre,
conocida como “subienda de mitaca”, y de septiembre a diciembre la “bajanza de mitaca” (Anzola y
Uribe 1989).
La zona de influencia de los raudales del río Magdalena fue habitada desde tiempos prehispánicos
por grupos humanos que ocuparon las regiones del
norte del Alto Magdalena y del Magdalena Medio
durante el periodo Formativo, entre los siglos v y i
a. C. (Cifuentes 1993; Peña 2013), y durante el periodo Tardío, entre los siglos vii y xvi d. C., al cual
pertenecen las últimas comunidades indígenas que
entraron en contacto con los conquistadores europeos (Reichel-Dolmatoff y Dussán 1944; Castaño y
Dávila 1984; Cifuentes 1993; Gómez y Hernández
1996; Díaz 2014).
El presente artículo abordará la problemática arqueológica del área de influencia de la zona de los
raudales del río Magdalena, ocupada por grupos
humanos del periodo Tardío durante la segunda
mitad del siglo xi d. C., mediante el estudio de los
restos arqueozoológicos asociados a los vestigios
culturales (cerámica e instrumentos líticos) recuperados en el sitio arqueológico de Bodegas 1. El
objetivo principal es contribuir al conocimiento de
la explotación del recurso pesquero, aplicando conceptos y métodos procedentes de la arqueología, de
la arqueoictiología, de la ecología y de la arqueología del paisaje.
Materiales y métodos
El sitio de Bodegas 1 fue investigado durante las
temporadas de campo realizadas en el año 2011.
Teniendo en cuenta los resultados de las exploraciones anteriores, se procedió a realizar series de pozos
de sondeo y perforaciones con barreno, con el fin
de conocer los horizontes de suelos con evidencias
culturales y delimitar las zonas con mayor densidad
de restos de fauna. Una vez localizada dicha zona, se
procedió a delimitar un área de excavación de 8 m2
,
la cual fue excavada por niveles de 5 cm, con control estratigráfico y registro gráfico (planos a escala)
y fotográfico de cada uno de los niveles. Durante
la excavación fueron recuperados fragmentos de
cerámica, artefactos líticos, restos óseos y vestigios
vegetales. También se tomaron muestras de carbón
vegetal procedentes de cada uno de los niveles para
análisis de radiocarbono. Al final de esta se realizó
la delimitación física de cada uno de los horizontes
de suelo, su registro gráfico a escala y fotográfico,
así como la toma de muestras de cada uno para los
análisis edafológicos pertinentes. Asimismo, se realizó un análisis fisiográfico del sitio en relación con
los paisajes circundantes, se identificaron las unidades de paisaje correspondientes y se efectuó un
análisis formal, de acuerdo con los criterios metodológicos propuestos por Criado (1999).
Los materiales cerámicos, líticos y restos de faunas con tamaños mayores a 2 cm fueron excavados
directamente con palustres medianos, espátulas y
brochas para ser recuperados a mano. Sin embargo,
teniendo en cuenta que la mayoría de las especies de
peces que componen la subienda del río Magdalena
presentan tallas pequeñas, fue indispensable implementar un sistema de mesas de cribado en el cual se
emplearon tamices rectangulares de aluminio con
mallas de acero inoxidable de 2 mm de luz y agua
a presión controlada con regaderas manuales. Por
medio de este sistema se procesó la totalidad de los
suelos excavados en este sitio.
Todos los materiales arqueológicos fueron trasladados al laboratorio de arqueología del Instituto
de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional
de Colombia (icn-un), donde fueron lavados con
agua y cepillos finos y marcados con los códigos
asignados para cada nivel de excavación, siguiendo
el consecutivo de colección correspondiente del
kardex de las colecciones arqueológicas del icn-un.
Las muestras de restos óseos obtenidas mediante el
empleo de las mallas finas fueron lavadas en tamices con mallas de 1 a 2 mm y una vez secas fueron
trabajadas por un equipo de tres estudiantes y un
auxiliar de investigación, quienes por más de cuatro
meses se dedicaron a separar en forma manual miles
de pequeños restos, principalmente de peces, que
se encontraban entre sedimentos finos de arenas y
fragmentos de roca. Durante este proceso se emplearon tres lámparas con lupa (10 x de aumento),
pinceles y pinzas metálicas.
Las identificaciones anatómicas y taxonómicas de
los restos de fauna se basaron en la observación de
las características morfológicas de los especímenes arqueológicos que permiten realizar comparaciones con elementos homólogos procedentes de
la colección de referencia de especies actuales del
laboratorio de arqueología de icn-un. En esta labor se emplearon tres lámparas- lupa (10x) y un estereoscopio (Wild Heerbrugg) con magnificaciones de 10x a 45x. Una vez efectuadas estas identificaciones, se hicieron análisis cuantitativos que
tuvieron por objeto estimar su abundancia relativa
de cada uno de los taxones identificados. Dichos
estimados se realizaron con base en el número de
restos diagnósticos o identificables (nr), a partir de
los cuales se efectuó un estimado del número mínimo de individuos (nmi). Para desarrollar dicho
parámetro se tuvieron en cuenta criterios señalados
por Klein Richard y Cruz-Uribe (1984) y por Reitz
y Wing (1999).
Además de los anteriores análisis, otra herramienta
que permite valorar el impacto de estas antiguas comunidades de pescadores sobre las poblaciones de
peces más consumidas consiste en la construcción
de modelos alométricos, basados en colecciones de
ejemplares actuales, las cuales permiten reconstruir
las tallas y los pesos de individuos arqueológicos, así
como su comportamiento. Los resultados, organizadas por rangos y analizados a través de la ocupación del sitio arqueológico, permitieron identificar
los cambios que posiblemente se presentaron en
algunas especies como consecuencia de su explotación intensiva o de la influencia de fenómenos
climáticos. La construcción de estos modelos se
basa en trabajos previos llevados a cabo por Casteel (1976), Morales y Rosenlund (1979), Wheeler
y Jones (1989), Desse y Desse-Berset (1996) y Peña
(2013). Durante cada uno de los análisis efectuados
con todos los materiales arqueológicos, los datos
fueron consignados en fichas que posteriormente
conformaron bases de datos de cerámica, lítico y
fauna diseñadas en el programa spss.
La identificación taxonómica de estos vestigios de
flora tomó como base la colección científica de semillas contemporáneas del Instituto de Ciencias
Naturales de la Universidad Nacional de Colombia.
Los elementos fundamentales para una determinación acertada de los vestigios fueron los rasgos morfológicos diagnósticos que se conservaron: tamaños,
formas y ornamentación de superficie. Para la descripción morfológica de las semillas arqueológicas se
utilizó un estereoscopio Wild Heerbrugg de magnificación 50x y una lupa de magnificación 10x
Para el estudio de la cerámica se procedió a realizar un análisis tipológico en el cual se tomaron
como cualidades básicas las características visibles
de la pasta, el acabado de superficie y la decoración,
siendo esta última la que mejor permitió identificar
los tipos presentes en la muestra obtenida. Dada la
presencia de fragmentos diagnósticos como bordes
y bases fue posible realizar un análisis formal de la
muestra, lo que permitió identificar formas asociadas a determinadas funciones. En algunos casos fue
posible hacer una reconstrucción aproximada de
vasijas y estimar su tamaño. A partir de las técnicas utilizadas y los diseños plasmados, también se
cuantificó la decoración.
Los elementos líticos se analizaron teniendo en
cuenta sus características morfológicas y funcionales. Dicho análisis se centró en las superficies activas,
con huellas de uso, por lo que la forma perimetral
del objeto pasa a un segundo plano. Los macrorrestos identificados son el resultado de la combinación
de diferentes procesos de manufactura, uso, actividad postdepositacional y, finalmente, de la excavación y manipulación por parte del arqueólogo.
Estos rastros deben ser estudiados como un todo
(Babot 2004; Llanos 1997, 2001; Peña 2013; Pinto
2003; Pinto y Llanos 1997). Esta información es
complementada con aquella proveniente de la materia prima seleccionada, las fuentes y el tipo (canto
rodado, bloque o lámina), las técnicas de elaboración (talla-pulido), el soporte (lámina, lasca, núcleo
o desecho), la forma perimetral, el ángulo del borde
usado, los indicadores (tamaño y grosor) y el estado
de conservación (fragmento-completo).
Resultados
El sitio arqueológico Bodegas 1 fue localizado cerca
del borde de una terraza aluvial en la zona transicional entre una terraza baja y una terraza media
(próxima al borde del río), ubicada a una altura
de 218 msnm en las coordenadas 18N 0529994
0578093 (véase figura 1). En este sitio se identificó
un montículo artificial levantado 1,5 m, de aproximadamente 50 m de largo por 6 m de ancho,
dispuesto en el borde de la terraza media, donde
se halló el área con mayor concentración de materiales arqueológicos y se efectuó el corte mencionado anteriormente. Durante esta excavación
se recuperó una buena cantidad de fragmentos de
cerámica e instrumentos líticos, semillas y miles de
restos óseos, principalmente de peces, que fueron
obtenidos tanto directamente (huesos más grandes)
como mediante el empleo del sistema de cribado
de la totalidad del suelo excavado (véase figura 2).
Los materiales arqueológicos se depositaron en tres
horizontes de suelo, denominados A, Abp y Bbp.
Como resultado del análisis de dos muestras de
carbón vegetal se obtuvieron dos fechas, correspondientes a dos momentos de una ocupación continua, con notables concentraciones de materiales
arqueológicos. La primera, de 920 + 30 ap (1030
d. C.), está relacionada con el contacto entre los
horizontes Abp/Bbp, y la segunda, de 880 +30 ap
(1070 d. C.), se asocia con en el horizonte Abp. Los
resultados de los análisis de fósforo total, que en
algunos casos supera las 6.000 ppm, evidencian el
uso antrópico muy intensivo, probablemente como
consecuencia del aporte de restos óseos de peces y
otros desechos orgánicos. En los alrededores del área
excavada se identificaron evidencias de suelos agrícolas con importantes aportes de materia orgánica.
Análisis de la cerámica
Los materiales analizados corresponden a 5.211
fragmentos de vasijas recuperados sistemáticamente en el corte estratigráfico realizado. La muestra está compuesta principalmente por fragmentos
de cuerpo sin decoración, seguidos de bordes, bases y hombros. Esta cerámica presenta elementos
comunes, principalmente en cuanto a formas y
decoración, con otros tipos descritos para la zona
por Cadavid (1970), Hernández (1980), Rojas de
Perdomo (1975), Gómez y Hernández (1996),
Castaño y Dávila (1984) y Díaz (2014). Como
resultado del análisis se identificaron cuatro tipos
cerámicos, tres de los cuales retoman las denominaciones propuestas por Cadavid (1970) en las que
se agrupan y simplifican los demás tipos definidos
en esa misma investigación; estos se denominaron:
Honda Crema Fino (73,8%), Honda Roja Bañada (15,9%) y Honda Crema Burdo (5,6%). El
cuarto tipo no se relaciona claramente con las clasificaciones anteriores y se propuso la denominación
Honda Naranja Fino (4,3%). Las proporciones de
esta cerámica presentan un comportamiento similar durante la ocupación del sitio (véase figura 3).
Las formas identificadas fueron: platos (46,5%),
cuencos (30,7%), ollas subglobulares (8,8%),
copas (11,7%) y con menor frecuencia ollas globulares (0,7%) y olla-cuenco (0,6%). También se
identificaron volantes de huso (0,6%) y rodillos
(0,6%). El plato es el recipiente más común presente en toda la ocupación del sitio, con predominio al final de ella (véase figura 4). Están asociadas
principalmente con el tipo Honda Crema Fino y
ausentes en el tipo Honda Roja Bañada. Son generalmente planos y de gran tamaño, por lo general
sin decoración; solo algunos pocos con decoración
impresa de estera. Probablemente fueron empleados para servir alimentos, aunque otros pudieron
ser usados en la preparación, a juzgar por la presencia de ahumado y restos de carbón. El cuenco
representa la segunda forma de vasija más frecuentemente empleada durante toda la ocupación del sitio, exceptuado el final de esta, al parecer sustituido
por el uso de plato, situación que puede indicar un
cambio en la manera de preparar y servir alimentos
o un cambio en el tipo de alimentos consumidos
(véase figura 4). Los platos tienden a ser semiglobulares, con borde recto, por lo general de tamaño
mediano y decorados con diseños geométricos de
líneas incisas simples e intermitentes, están asociados principalmente al tipo Honda Crema Fino, seguido del tipo Honda Roja Bañada. Probablemente
fueron empleados para servir alimentos y en algunos casos su uso pudo ser ritual.
Las ollas subglobulares están presentes sobre todo
durante la etapa media de la ocupación del sitio.
Tienen por lo general base ovoide, cuello alto convexo recto y estaban decoradas con diseños incisos
simples y delgados, combinados con impresión,
apliques y, en los casos en que no hay incisión, se
utilizó la técnica de corrugado en el cuello de la
vasija. Esta forma se encuentra en todos los tipos
identificados, pero más en el Honda Crema Fino.
Se empleaba quizá para almacenar líquidos u otros
productos, aunque también podrían haber sido
utilizadas como urna funeraria. Las ollas globulares
menos representadas son recipientes generalmente
de cuello corto convexo y recto y cuerpo globular,
decoradas con diseños incisos e impresión en el
borde y en el cuerpo de las vasijas; su uso pudo estar relacionado con la preparación de alimentos sin
calor y con el almacenamiento. Las ollas cuenco,
presentes en menor proporción, poseen cuerpo semiglobular o subglobular y cuello recto o convexo,
decorados con incisiones simples e intermitentes
acompañadas de empaste e impresiones.
Las copas predominaron en el comienzo de ocupación del sitio (véase figura 4). Presentan base troncocónica y cuerpo semiglobular. Algunas bases de
pedestal cerradas por debajo presentaban orificios
a manera de ventanas y contenían esferas de arcilla,
de tal manera que producían un sonido como de
sonajeros. La decoración principal es la impresión
de muescas en la base, con incisiones delgadas formando diseños simples en la parte superior de las
vasijas. Esta forma no se encuentra asociada al tipo
Honda Crema Burdo. Su función era servir y algunas estarían relacionadas con actividades rituales.
La técnica decorativa más frecuente fue la incisión
delgada o simple (32,2%), seguida de la incisión
ancha (29,8%) y los apliques de tiras verticales y
serpentiformes (14,5%). En cuanto a los diseños,
predominan los lineales simples que describen una
malla (36%), los lineales simples oblicuos que forman un diseño de espina de pescado (14,8%) y los
lineales simples geométricos, que en la mayoría de
los casos incluyen espirales en los diseños (13%)
(véase figura 5).
Análisis de
la industria lítica
La muestra analizada fue de 2.770 elementos. De
este conjunto, 2.741 (99,1%) corresponden a elementos lascados (véase figura 6) y los restantes 29
(0,9%) a herramientas pulidas. Las materias pri-
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